Mi letra favorita

Suele ser muy frecuente que preguntemos, sobre todo a los niños, ¿cuál es tu color preferido?, ¿cuál es tu número favorito?, ¿qué flor a animal te gusta más?. A nadie, salvo a mí, se nos ocurre preguntar o preguntarnos: ¿cuál es nuestra letra favorita?. Nuestra vida esta llena de colores, de números, de animales, de flores y de otras cosas similares. Sin embargo, nos movemos por palabras y seguro que, sin saberlo, tenemos una letra que es la más usada o la favorita para comenzar nuestras palabras preferidas.

Yo hace ya tiempo que entablé una especial relación con la letra “C”. No se si es ella la que me persigue o si, al revés, yo la busco inconscientemente. Es como si Creara mi vida, marcase el Camino, dando Continuidad a mis actos y haciéndome Creer en mí mismo.

Cuando en algunas de mis carreras me dan la opción de tener un dorsal personalizado con mi nombre o apodo, yo siempre elijo “Miguel CCC”. Los que lo ven por primera vez, no pueden contenerse en preguntarme qué quieren decir esas tres consonantes encadenadas. Mi respuesta es simple y contundente: Cabeza, Corazón y Coraje. La explicación para mí es sencilla. Cuando te enfrentas a muchos kilómetros, a varias horas de carrera o a distancias largas, necesitas, y en ese orden:

• Cabeza para afrontar mentalmente el esfuerzo. Dosificar energía al principio, superar los varios baches que van a aparecer con seguridad. Al final no corres con las piernas, corres con la cabeza. Si la cabeza dice no, ya te puedes empeñar en lo contrario, al final hincas la rodilla. Para mi fortuna, yo sólo he sucumbido en una de mis treinta y seis pruebas de ultrafondo y en ninguna de mis veinticuatro maratones.

• Corazón. Nuestro corazón bombea la sangre que necesitan nuestras arterias y nuestras venas para mover músculos y articulaciones sin dejar de pensar. Si el corazón se para estamos muertos. El secreto de un buen entrenamiento es tener un corazón grande y con las paredes muy fuertes, así necesitamos menos latidos para impulsar la misma cantidad de sangre y llevar el oxigeno a nuestro cuerpo. Si el corazón es débil o está enfermo no podemos correr

• Coraje (se aceptan otros sinónimos que también empicen con la letra con C). Llega un momento en el que ni la cabeza rige, ni el corazón bombea lo suficiente. Ahí solo queda tirar de Coraje, dicho finamente. Te debes esforzar en apretar los dientes y apurar los últimos kilómetros o las últimas horas, hasta que cruzas la línea de meta.

En otro orden de cosas, si pienso en mis más de treinta y cinco años de trabajo, también hubo una tripla que caracterizó mi carrera profesional. De nuevo fueron tres palabras que empezaban por la letra C:

• Colaboración. En mi vida laboral me ha tocado dirigir equipos humanos más o menos grandes, más o menos complejos o podríamos también decir complicados. La clave del éxito para llevar adelante los trabajos encomendados no podía ser otra que fomentar la colaboración entre todos y cada uno de los miembros de mi equipo y, por supuesto, yo dando ejemplo como el primero. Quizás en un futuro cercano, esta realidad pueda cambiar con la masiva irrupción de los robots, pero a día de hoy los proyectos triunfan o fracasan por el equipo de personas. Si hay colaboración, las probabilidades de acabar bien se incrementan notablemente.

• Confianza. En línea con el término anterior, otra de las claves del éxito es la confianza. Los miembros del equipo deben confiar en sí mismos, en sus compañeros y en el líder. Del mismo modo, el líder debe confiar en todos y cada una de las personas que trabajan con él. Si no es con todos, debes trabajar para que el elemento discordante confíe en tí y hacerle ver en qué tiene que cambiar o mejorar para que se confíe en él. Si no queda más remedio, a veces, tras intentar reconducir la situación, puede haya que amputar al elemento distorsionador.

• Constancia. Esa es la tercera clave, si hay un equipo que colabora y que confía en si mismo, en los demás y en el líder, sólo hay que tener paciencia y constancia, los resultados llegarán. Puede haber caídas o fracasos intermedios, pero si nos mantenemos dando pedales de manera sincronizada llegaremos al destino perseguido.

Ahora me encuentro inmerso en una nueva aventura e ilusión personal para tratar de convertirme en lo más parecido posible a un escritor novel sexagenario. De nuevo me he vuelto a dar de bruces con mis tres C:

• Creatividad. Cualquier aspirante a ser artista debe ser un creador y aprender a optimizar su creatividad. El enfrentarse a un lienzo, a una página o a un pentagrama en blanco, para transformarlo en arte, ya sea dibujado, escrito o interpretado, necesita de dosis y dosis de creatividad. A veces el pincel, el lápiz o la música fluye ligera. Otras se atasca y provoca que tengamos que arrugar o romper lo construido y volver a empezar. La creatividad hay que despertarla y esperarla pacientemente. No te puedes obsesionar, depende mucho de tu estado emocional y no todos los días ni todas las horas son iguales.

• Curiosidad. No basta con ser un creador, hay que ser además curioso para atreverse a innovar a investigar. Hay qué preguntarse los porqués y los paraqués. Hay que averiguar los dóndes y cuándos. Con todo lo averiguado tenemos que darle forma y construir nuestra historia, real o fingida, pero siempre creíble y que enganche.

• Convicción. La necesitamos para no abandonar si las cosas no salen bien o como pensamos. Muchos artistas no triunfaron en vida y por ello no renunciaron a seguir creando y creyendo en sí mismos. Se crea para los demás, pero el primer receptor de nuestro arte somos nosotros mismos. Si lo que hagamos no nos gustara, rompámoslo. Si por contra nos gusta, sigamos adelante, ya aparecerán, antes o después, nuestras almas gemelas. No importa si son solo dos o tres o miles o millones. Con que haya una sola persona a la que le despertemos sus emociones, sentimientos, miedos o alegrías, la hagamos reír o llorar, ya habremos triunfado.

Espero que os haya hecho poneros a pensar en cuál es vuestra letra favorita, aquella que guía vuestras vidas. Estoy seguro de que existe y a mí no me importaría que me lo contarais.

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